Nadie se queda atrás
Cuando la Unión Soviética colapsó, la estabilidad de Moldavia se derrumbó, haciendo que cayera la economía y que aumentaran el crimen y el desempleo. En todo esto, los que más sufrieron fueron los niños. Millones de hombres y mujeres dejaron su hogar para buscar trabajo en el extranjero, dejando a los pequeños a valerse por sí mismos. Sin importar las circunstancias que causaron que sus padres desaparecieran, una cosa era cierta: los niños estaban solos. Estos niños, muchos no mayores que infantes, se vieron forzados a luchar por su supervivencia de cualquier forma posible. Natalia y Andrei, trabajadores locales de ADRA, muestran como Rainbow of Hope, Arcoíris de esperanza, un centro para estos niños abandonados, ofrece más que su supervivencia: ellos ofrecen un hogar y una familia.
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