El santuario se presenta como un caleidoscopio teológico que refleja la belleza y el conocimiento de toda la teología divina. A través de sus elementos y estructura, el santuario representa el propósito de Dios de restablecer la armonía original de la creación y atraer a la humanidad hacia la salvación. Cada componente del santuario nos permite percibir los matices, ideas y conceptos bíblicos como una realidad teológica multidimensional del plan de salvación divino.

El sacrificio de animales en el santuario tenía varios propósitos divinos. Primero, era un método pedagógico para restablecer la relación entre Dios y el ser humano, permitiendo el reencuentro con Dios. Segundo, era un método experimental para que el ser humano experimentara de manera profunda el impacto del pecado, reconociendo que el pecado conlleva la muerte. Y tercero, era un método profético que apuntaba al sacrificio definitivo del Cordero de Dios, Jesús, quien moriría como sustituto de las transgresiones de la humanidad. El sacrificio animal simbolizaba este sacrificio supremo y señalaba hacia Jesús como el único capaz de perdonar pecados.

Jesús, presentado como el cordero de salvación, encarnó el santuario en sí mismo. Su sacrificio fue el mayor acto de amor y entrega, demostrando la dimensión más profunda del amor de Dios por la humanidad. Aceptó ser maltratado y llevado al matadero como un cordero silencioso, experimentando todos los pasos que lo llevaron a la muerte. Su muerte se convirtió en el mensaje de salvación más poderoso de la historia, abriendo el camino hacia la reconciliación con Dios.