Lutero era un sacerdote católico que estudió la Biblia y se dio cuenta de que las bulas, las indulgencias, etc. no son bíblicas, sino una forma de politizar la religión y someter al pueblo. Además, profundizó en el libro de Romanos y descubrió una verdad que había estado siempre ahí, pero que nadie había descubierto antes porque la gente a)no sabía leer y b)no tenían acceso a la Biblia. Descubrió la salvación por la fe, y esto es algo maravilloso. Solo Cristo nos salva. Las buenas acciones son consecuencia de relacionarnos con Él. Poco a poco, a través de una relación personal con Jesús, la oración y el estudio de la Biblia, queremos parecernos más y más al Maestro y tener su carácter. El Espíritu Santo trabaja en nuestro corazón y nos va cambiando. Y cuando Cristo vuelva, en las nubes de los cielos, en el momento de Su Segunda Venida, todos los que han amado y sido fieles a Cristo, resucitarán para Vida Eterna. También quienes no pudieron conocerle, pero fueron fieles a sus conciencias. Dios pesará los corazones. Lutero no deseaba causar problemas, solamente quería reformar la iglesia. Que las mentiras y las manipulaciones político-religiosas, que no están en la Biblia, terminaran (bulas, indulgencias, purgatorio, limbo, etc.) y que todo el mundo pudiera leer la Palabra de Dios, para poder tener una relación personal con Él. Por eso tradujo la Biblia al Alemán, y por eso se presentó ante sus superiores con un “escrito está”. Era obediente al sistema religioso imperante en aquel momento, pero lo era más aún a Dios. Es un ejemplo para cada uno de nosotros.
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